jueves, 7 de junio de 2007

XVI.


Verte es la prueba más cruel del destino
deshojar las hojas muertas de la esperanza del amor vivo
que se anidó en la nostalgia de idealizar lo perdido…
Cada vez que pienso en ti me degüello el monocasílabo
que se me escondió en la armadura del dolor de no estar contigo…
Si la aurora me trae la respiración de mi respiro
entonces esperaré sin saber que espero de ti mi muerto vivo…
Y viene tu sombra a acompañar cada delirio que acontece
en gotas llenas de la emoción de sentir que vivo
en la magia del recuerdo de lo vivido…
Si se que nada puede revivir lo que hemos perdido
ni la razón ni la ignorancia de lo que cada uno ha estremecido
en los días de soledades y de angustias de amor mío…
Somos dos imbéciles que han dejado actuar a otros sobre los hilos
que llevan nuestros cuerpos mutilando nuestros sueños dormidos
desde que cada uno partió al misterio de lo desconocido…
Es tanta agua derramada sobre la tierra de los suspiros
que la sangre seca se ha quedado en las venas del olvido…
Y siempre niego y siempre digo que nada siento en el corazón herido
por la flecha directo al corazón de mis días sufridos…
Porque nunca olvidé la alegría de estar contigo
y a pesar de mi amargura presentada en un platillo
que esta alucinando que beberá tu boca en un sueño compartido
en la telepatía que nunca ha desaparecido…
A pesar de los años que han transcurrido
nada queda de los niños que de dolor han crecido…
Y somos hombres de fuerza y empuje que luchan por lo cometido
en la creencia de no dañar a nadie con lo que hemos sentido…
En los corazones renovados de los sonrientes testigos
que callan siempre la ilusión de amar a fuerza del destino
que juega a veces con la tranza de imaginar un encuentro vivo
donde enloqueceríamos de placer de estar unidos
como en un cuento de teleserie llorar amor por los poros fijos
de la piel acostumbrada a ocultar lo que hemos sido
primer amor de juventud y la espina cruel de dos delirios.

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