lunes, 3 de diciembre de 2007

Entre tus manos


Necesito de tu mano de tu cuerpo y de tus brazos


necesito la mirada que me acoja entre sus pasos


una cosa es la fortuna y otra es la causa tuya


tu voz agonizando entre siluetas de los llantos


que me quedan en la aurora deteniendo los zarpasos


del puma de su canto de su furia y su manto


que calienta en la penumbra los dolores de su paso.




Detenerse en la búsqueda del amor que llega al caso


de la soledad envuelta en los rencores de los lazos


que establecen dos personas que necesitan a diario...


La puerta que me lleva a la luz de Dios en brazos


de los ángeles custodios que me llegan en el ocaso


de la violeta errante de los días en el llano


de la vida dividida por lo que se desea y no viene al caso


recordar y recortar los ilustres espartacos


que guardaste en el baúl de los infinitos atrasos...








Si tus manos me sostienen y me dan la fuerza para lograrlo


será para continuar en otra vida este idolatro


sentimiento de ternura y de calor en los estados


de víctima alucinada por el beso de los trapos


que llevan a la gloria cuando sientes el milagro


de los fortunados amantes de la dicha de alcanzarlo


en la piel la nueva quimera y en la sien tu desesperado


grito al viento de las esquinas por las sombras de tus manos...










Detenerme nuevamente en la manos de tus manos


es ofrecerle al mundo la alegría de presenciarlo


el amor transparente que cambia al hombre de sus reclamos


y hace mujer a la mujer que dormía entre tus brazos


moribunda de placeres y de ciencia de lamentarlo


con palabras pronunciadas al fulgor de tantos años


vieja la noble cabellera de gris añoranza y de retablos


que contienen la historia arrugada en tus labios


por vivir y respirar un segundo de los dados


encuentros diagonales en las trampas de los santos


para sonreír en el suspiro sostenido de tus pasos


que te llevan al profundo sentimiento de antaño.





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